Ayer, cuando paró de llover, salimos a dar una vueltita por la montaña con J. y con Nela que pese a ser perro de chalet (no de sofá, como a mí me gustan) es tan divina que me encanta.
Además, fue una suerte llevar la cámara esta vez porque pude hacerle fotos a Tambor que vive en el jardín de J.
Me parece un bicho super curioso. A simple vista parece uno de esos felinos hiperobesos muy típicos de Montréal, pero cuando lo ves de cerca, te das cuenta de que no es un gato, es un conejo, un conejo de angora además, con todo ese pelo.
De hecho, no pesa nada, es todo pelo. Lástima que no sea más doméstico para poder abrazar y peinar, pero el pobrecillo se estresa mucho con las visitas que como yo quieren jugar con él como si fuese un muñeco.
A falta de perretes, estoy pensando en conseguir una chinchilla. Dicen que son muy domesticables.
8 mensajillos:
El sábado vimos en la calle un cachorro de Akita. Yo nunca había visto uno de verdad. Y no veas qué preciosidad. Allá me fui directa a achucharlo.
Biquiños
Que bonitas fotos y que belleza perruna.
El conejo es muy simpático, ya me dirás si has conseguido la chinchilla, jejeje
Besitos, guapa.
Un abrazo
Lu. ya me imaginaba que coincidìamos. De verdad achuchaste a un Akita??? yo no he visto ninguno aùn, awawawaw...qué envidia!!!
Maripaz, sigo en las Espanyas. Lo de la chinchilla tengo que reflexionarlo bien.
JFL, Eneas, de verdad que es un bicho muy curioso.Igual hasta os gustarìa!!
Abrazos para todos!!!
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